En el pequeño pueblo de Molvízar (Granada), a caballo entre la Alpujarra y el mar, se encuentra enclavado, dominando todo el conjunto urbano, el edificio construido por la Compañía de Jesús conocido popularmente por “La Compañía”; es un caso único de este tipo de arquitectura en Andalucía.
El Colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús de Granada se instala en Molvízar y sus alrededores (Motril y Salobreña) controlando la producción azucarera de esta zona. La hacienda formada pasa a llamarse San Francisco Javier de Molvízar.
El año de 1.665, el colegio compra un solar en el Barrio Alto de Molvízar, en donde se construirá el edificio. Este, según la descripción del Catastro de Ensenada de 1.752, se componía de ocho cuartos en alto, otros tantos en bajo, un oratorio, un patio, una oficina para el cuajamiento de quebrados de azúcar, una bodega de vino y otra de aceite.
Tras la exclaustración de los Jesuitas, “La Compañía” pasa a manos de particulares, utilizándose la parte de vivienda para residencia y continuando la actividad industrial en las bodegas; durante los períodos de la Guerra de Independencia y Postguerra Civil, el edificio se utiliza como cuartel, dada su amplitud y situación estratégica.
El edificio está construido en tapial y ladrillo, todo ellos encalado; esa capa de cal forma una pequeña veladura sobre los paramentos, dejando apreciar con nitidez sus elementos constructivos que crean pequeños claroscuros en la fachada.
El cuerpo principal de la construcción consta de una planta baja, un piso principal, que es el que habitualmente ha estado dedicado a residencia, y sobre él va otro dedicado a almacén. Verjas de hierro forjado cierran los vanos en la planta baja, los de la planta principal se protegen con balcones de hierro de principios de siglo; ignoramos qué protección original llevaron los vanos superiores, ya que hoy aparecen desprovistos de ella.
La fachada principal da a una pequeña explanada. El acceso es con arco de medio punto enmarcado por los laterales y parte superior por salientes de ladrillos, que forman tres bandas en los laterales y una en la superior; sobre éste va un vano cuadrangular en el que se inscribe el anagrama de la Orden, I.H.S. Va rodeado de un círculo y diversos motivos vegetales o figurativos que hoy aparecen encalados.
Todo se remata con un frontón formado por tres líneas de ladrillos; en él se inscribe una hornacina de medio punto en donde iría el Santo titular. El conjunto descrito da una movilidad a la fachada con un pronunciado claroscuro, que se acentúa aún más en el cuádruple saliente volado que forma el alero del tejado.
Las puerta principal está formada por dos hojas, en una de ellas, se abre el postigo, toda ella se decora con clavos de bronce y herrajes.
En el interior, destaca el patio principal con pilares de piedra y la espaciosa habitación que ocupaba el oratorio.
Corrales, una bodega y un molino de harina componen el resto de las dependencias; a ello se une una huerta escalonada en diversas terrazas, constituyendo todo un armonioso conjunto que revaloriza el entramado de la arquitectura popular molviceña de trazado morisco, en el que abundan los cobertizos, pasadizos y adarves.
La Compañía de Molvízar adquiere una importancia singular como arquitectura particular de las casas de campo que poseyó la Compañía de Jesús en la costa granadina, siendo el único caso vivo en íntima relación con el pueblo que se ha conservado manteniendo su uso como vivienda e industria hasta la actualidad.
Recientemente ha sido declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, que si bien protege el conjunto de una transformación que le deteriore, no impide que el abandono del que ha sido objeto en su parte de vivienda vaya causando huella en el armazón de madera de su tejado, que poco a poco ocasionará, si no se remedia, una ruina irreversible.
El dilema que plantea a la hora de mantener en pie este edifico, sobre todo en su zona principal, es darle una utilidad de uso público. La Asociación Cultural “Punto Cero” de Molvízar ha hecho varias propuestas que pasarían por albergue juvenil, centro cultural o mueso etnológico de la zona. Indudablemente la utilidad que urge dar al edificio pasaría por la adquisición del mismo por algún organismo público, dada la imposibilidad de mantenimiento de sus actuales propietarios.
Desde estas líneas, invitamos a todos aquellos amantes de la arquitectura a contemplarlo, sin duda verán gratificada su visita con la panorámica del conjunto urbano y la Sierra de Jubrite que mirando al mar abraza el encalado de Molvízar.
MARIANO MAROTO GARRIDO HISTORIADOR.
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