La emoción era palpable mientras me dirigía hacia el histórico edificio de La Compañía de Jesús de Molvízar. La hora de inauguración estaba fijada a las 6:00 de la tarde, y después de la experiencia del año anterior, no podía permitirme perdérmela. Prefería llegar temprano antes que quedarme con la incertidumbre, aunque sabía que aún no habría nadie allí.
El lugar elegido no podía ser mejor. El edificio histórico, ahora convertido en Ayuntamiento provisional y Museo etnológico y arqueológico, había sido meticulosamente restaurado. Quedé gratamente sorprendido por los resultados de las reformas, especialmente por los contenidos del peculiar museo que albergaba.
Sin embargo, mi verdadera razón para visitar este emblemático edificio estaba en la Sala de Exposiciones de la planta superior. La asociación que organizaba el evento, Asociación Social y Cultural Molvízar Siglo XXI, había ambientado la sala con referencias históricas que confirmaban la importancia de la localidad en la producción de vino a lo largo de los siglos. Desde mapas de distintas épocas hasta referencias literarias, todo indicaba la excelencia del vino de Molvízar.
Este bagaje histórico me transportó a mi infancia, cuando ayudaba a mi padre en nuestra viña familiar. Recordé con cariño los días en los que recogíamos los mejores racimos de uvas y los llevábamos al antiguo lagar ubicado cerca de La Compañía para la elaboración del vino en casa. Estas tradiciones, compartidas por muchos en la localidad, se estaban perdiendo con el tiempo, y agradecí profundamente que eventos como este intentaran preservarlas.
La tarde prometía ser memorable. Representantes de la Bodega La Gabirra de Calahonda compartieron con nosotros su pasión por el vino y la viticultura. Aunque sin la tradición milenaria de Molvízar, su historia de éxito como productores de uva y vino era inspiradora.
La velada culminó con una cata de vinos, donde pudimos degustar los productos de La Gabirra acompañados de embutidos y queso. Entre amigos y amantes del buen vino, compartimos risas y anécdotas, demostrando que donde se abre una botella para compartir, se crea un ambiente de camaradería y placer.
Fue una experiencia bonita e imaginativa, una celebración de la cultura del vino en Molvízar que no puedo dejar de compartir con ustedes, queridos lectores. Los invito a unirse a nosotros en las próximas jornadas. Espero que esta tradición perdure año tras año, recordándonos el valioso patrimonio etnológico que nos ha sido legado por las circunstancias históricas.
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